febrero 01, 2013

Amalgama

Ya no soy el mismo;
después de su aliento al borde de mis comisuras,
no sé si me busca para inventar un secreto
o va a cuestionarme las palabras, los verbos;
qué hay de nosotros.
¡ay de nosotros!
Ya no soy el mismo;
sus manos no me reconocen,
lacerada está mi piel por su pluma,
los labios palpitantes
después del tatuaje del beso,
sangran;
en nuestras bocas reina el gesto
de una cruz de labios y dedos.

Ahora (bendita amalgama),
ella tampoco es la misma;
porque la noche y la brisa ligaron mi aliento al aliento suyo;
dentro,
alberga una criatura de nosotros
que le remueve las tripas y el vientre
cuando escucha mi nombre.

Por eso ya no somos los mismos,
porque llevamos el rastro del devenir en los cuerpos,
la voz del otro en los poemas por cantar
y los labios moribundos
para encontrar un beso mas allá del tiempo;
aunque,
¡carajo! ,
hayamos olvidado nuestros nombres.